Toni Quintana Del término “histórico” suele abusarse más de la cuenta en estos tiempos. Cualquier nimiedad adquiere, de pronto y con sorprendente facilidad, la categoría de “histórica”, pero en el caso del que quiero ocuparme hoy el uso de tan manido adjetivo guarda, en mi opinión, una justa proporcionalidad con el alcance del asunto. Y el asunto no es otro que la extraordinaria oportunidad que se abre para el conjunto de España, para la Comunitat Valenciana y, muy especialmente para su sector agroalimentario, con la futura llegada de los fondos de recuperación, transformación y resilencia de la Unión Europea, cuya puesta a punto ultima Bruselas para contrarrestar los devastadores efectos que la pandemia desatada por la Covid-19 está teniendo sobre las economías de sus países miembros.
Estamos hablando de cantidades muy importantes y es ahora, precisamente ahora, cuando hay que tomar posiciones para poder acceder a una parte de esas ayudas que van a resultar decisivas de cara a revertir una situación complicada. En este sentido, y de justicia es reconocerlo, la Generalitat valenciana ya ha movido ficha y está dando los pasos necesarios para que los beneficios de esta estrategia de recuperación lleguen a esta tierra en tiempo, en forma y caudal suficiente.
No sólo eso, el president de la Generalitat, Ximo Puig, consciente de la importancia estratégica de primer orden que tiene el sector agrario valenciano en términos económicos, medioambientales y de lucha contra el despoblamiento, ha situado a dicho colectivo en el centro mismo de las prioridades del Consell en una materia tan sensible como los fondos destinados a la potenciación y relanzamiento de nuestra economía tras las dificultades derivadas de la pandemia.
Por eso, Puig, secundado por la consellera de Agricultura, Mireia Mollà, y por el secretario autonómico, Roger Llanes, reunió en el Palau hace sólo unos días a los máximos representantes de la agricultura valenciana y les expuso tanto ese carácter prioritario en las estrategias de recuperación que el Consell quiere conferirle al sector, como el hecho de que la Generalitat ya ha trasladado al Gobierno de España una petición formal para que haga una manifestación de interés en favor del colectivo agropecuario valenciano.
Ese apoyo financiero debe servir para el desarrollo de proyectos de envergadura que permitan, por una parte, su plena modernización y, de otro lado, repercutan en beneficio del conjunto de la sociedad valenciana, habida cuenta de la ramificación transversal que genera el conjunto de sus distintas actividades. Porque en esta tierra, y así nos lo ha enseñado la historia, cuando gana el sector agrario ganamos todos. De más está decir que si importantes resultan para cualquiera las opciones que se abren a partir de estos fondos, aún lo son más para nuestras comarcas de interior.
Retos como la digitalización, la incorporación de tecnología punta, así como la apuesta por las energías renovables y los modelos de economía circular constituyen el núcleo de los objetivos que se persiguen y que deben permitir a este sector entrar con pie firme en el camino de la plena competitividad. En esta ocasión, sí, la oportunidad es histórica. No la desaprovechemos.
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