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Comienza un nuevo curso político después de las vacaciones estivales y como dice la canción de Julio Iglesias, la vida sigue igual. Creo que no soy el único al que le hubiera gustado escuchar los primeros días las propuestas de los partidos para este ejercicio pero no, aunque la verdad es que han habido algunas, la tónica general ha vuelto a ser la crispación y el enfrentamiento. Durante estos primeros días hemos visto por ejemplo cómo un partido acusaba veladamente a otro de tener relación con el aumento de casos de violencia homófoba o cómo se ha pedido ya la dimisión del presidente del gobierno por el aumento del precio de la luz; es evidente que la crítica (supuestamente constructiva) es innata al ejercicio político pero en muchos casos, la solución del problema reside en una respuesta unitaria. Sólo hay que ver las duras críticas lanzadas de unos partidos a otros en los temas anteriormente mencionados y en otros como la pandemia o Afganistán.
Estamos atravesando una grave crisis y una de las pocas cosas buenas que puede tener una crisis es que es un momento de oportunidades. No sé si por ilusión o por ingenuidad pensé que ahora podían cambiar las cosas y por fin veríamos a los políticos trabajar juntos como en el 78 pero de momento no es así, seguimos sin vislumbrar atisbo de cambio y no solo eso, vemos todavía una mayor polarización entre todos los sectores.
El curso político no ha empezado bien, seguimos la misma línea del curso pasado, eso sí, volviendo a la canción de Julio Iglesias... las obras quedan las gentes se van, otros que vienen las continuarán... Espero pronto que, con otras ideas y formas de hacer las cosas, vuelvan a aparecer esos políticos que en su día nos llenaron de ilusión.