Chelo Poveda El
uso del coche y la creación de una ciudad más amable es cosa de
todas. Esta es tarea de las ciudadanas y los ciudadanos, pero también
es una cuestión política y de acción institucional ante la cual
hay que proponer ideas serias y basadas en las propuestas de las
profesionales y los profesionales comprometidos.
El
uso del coche nos enfrenta ante una doble problemática que a todas
nos preocupa; la contaminación y la pérdida de bienestar de todas
las ciudadanas de Valencia. Por ello recuperamos una idea que ya
presentábamos en nuestro programa electoral, los aparcamientos
disuasorios.
El
diseño de estos aparcamientos los distribuiría de forma radial por
la ciudad con el objetivo de ofrecer a los conductores una
alternativa para no adentrarse con el vehículo hasta el mismo
centro. Así, los residentes que visitan la ciudad por turismo, por
la realización de gestiones, por razones comerciales, culturales o
de ocio o porque su puesto de trabajo se encuentre en la ciudad,
podrán aparcar a buen recaudo su vehículo, ponerse en “modo
ciudad” y olvidarse de los inconvenientes de buscar aparcamiento en
calles estrechas y a menudo saturadas.
La
clave del éxito de los aparcamientos disuasorios es su
acompañamiento con medidas para una sustancial mejora de los
servicios públicos de transporte urbano que debería darse de manera
simultánea, y que además, es una propuesta que beneficia a toda la
ciudad.
Cada
uno de los aparcamientos disuasorios debería cumplir con las
siguientes características:
•
Permitir la entrada y la salida ágil, evitando colas que
colapsen el entorno mediante un diseño adecuado.
•
Deben constituirse como una interface, un nódulo de comunicación,
de tal suerte que al dejar el automóvil particular tengamos la
posibilidad de subirnos a un autobús lanzadera y llegar a cualquier
punto de la ciudad.
•
También deberían tener la opción a tomar algún vehículo de
movilidad personal o biplaza no contaminante, así como introducirnos
en la red de corredores verdes que deberán vincular los puntos
esenciales de cada barrio como mercados, escuelas, centros de salud,
parques, jardines y edificios administrativos.
Debemos
aprender a leer la ciudad tanto de dentro a fuera, como de fuera a
dentro, porque somos ciudad y somos capital. Estos nódulos de
comunicación pueden ayudar a relacionar el comercio de primera
necesidad con las ciudadanas y a nuestros visitantes con la
ciudad.
Estos
aparcamientos podrían llevarse a cabo mediante diversas figuras como
la colaboración público-privada y el aprovechamiento que nos
ofrece a todas el derecho al vuelo de las infraestructuras.
Si
queremos reducir sustancialmente el uso vehículo privado
contaminante en la ciudad debemos crear la infraestructura para que
todos esos coches que hoy se adentran en la ciudad puedan encontrar
aparcamiento ágil y cómodo. Porque eliminar el coche solo a través
medidas coercitivas, punitivas y dificultosas no es la mejor manera
de proceder. Debemos interiorizar el interés y la necesidad de
apostar por una ciudad más amable y poner todos los medios para que
vivamos los inaplazables cambios con comodidad.
La
construcción de los aparcamientos disuasorios abriría un espacio de
trabajo para las empresas constructoras y ofrecería una alternativa
laboral a la política de construcción masiva de viviendas
innecesarias. Así, abogamos por abandonar el ladrillo y la
construcción de viviendas que solo cumplen una función especulativa
en una ciudad con más de 50.000 viviendas vacias y apostamos por
construir una ciudad amable y moderna.
Por
eso, y en la línea de acercarnos a la ciudad tranquila, amigable y
cada vez más limpia que queremos, proponemos una secuencia de media
docena de aparcamientos disuasorios con la que reducir
sustancialmente la presencia del automóvil en la ciudad. Apostamos
por una ciudad con menos coches, apostamos por una Valencia mejor.
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