Decir que ''los alemanes son seres superiores, sin embargo, no tenían razón porque no quemaron a todos los judíos'', o ''el negro puro se encuentra cultural y socialmente en el escalón más bajo'' o que ''el homosexualismo (sic) es una desviación producida normalmente por una enfermedad sexual de la persona'', decir estas aberraciones no es delito siempre que no se incite a la violencia contra estos grupos. Así lo ha dictaminado el Tribunal Supremo -¡vergüenza de Justicia española!-, al absolver a cuatro libreros de Barcelona que habían sido condenados por la Audiencia de Barcelona a tres años y medio de prisión por difundir ideas genocidas, contra los derechos y libertados y por asociación ilícita. Sin embargo, el alto tribunal considera legal difundir ideas nazis, racistas u homófobas siempre que no se promueva la violencia contra estos colectivos.
En opinión del Tribunal Supremo, no se puede perseguir penalmente ideas como las que distribuían en sus publicaciones, al mantener que la Constitución no prohíbe las ideologías por muy ''execrables'' que sean las ''ideas'' si no llaman a la violencia contra dichos grupos. Y una mierda para el Tribunal Supremo. Indignaos con lo que dice el fallo: ''no basta con difundir ideas o doctrinas que justifiquen el delito de genocidio, o que mediante afirmaciones u opiniones favorables simplemente lo disculpen o lo vengan a considerar un mal menor. Es preciso, además, que, bien por la forma y ámbito de la difusión, y por su contenido, vengan a constituir una incitación indirecta a su comisión o que supongan la creación de un clima de opinión o de sentimientos que den lugar a un peligro cierto de comisión de actos concretos de discriminación, odio o violencia contra los grupos o los integrantes de los mismos''. Y lo explica en estos términos a pesar de reconocer que los procesados, del extinto grupo neonazi Círculo de Estudios Indoeuropeos, distribuían ''ideas favorable al régimen nazi'', justificando el genocidio y publicaban revistas de ''contenido discriminatorio y excluyente para grupos raciales, étnicos o religiosos''. Sin embargo, ninguna de estas actividades era ''delictiva'' al no ser una ''provocación o incitación directa a la discriminación, al odio o a la violencia contra grupos o asociaciones''.
Por la misma regla de tres, supongo que a los jueces que han dictaminado esta resolución los podemos llamar gilipollas sin que ello nos suponga cometer delito alguno al no incitar a la violencia contra ellos, amparándonos en el derecho sagrado de la Constitución de permitir todas las ''ideas'' por muy ''execrables'' que sean.
No puedo estar más en desacuerdo con una sentencia muy peligrosa y que echa por tierra la lucha diaria de miles de personas por no ser rechazadas y excluidas por unas minorías intolerantes y muy peligrosas.
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