Pere Valenciano. Estos meses hemos asistido al hundimiento de España como país generador de riqueza y empleo, depués de que explotara la burbuja inmobiliaria y con ella quedara al descubierto la extensa tela de araña de la corrupción, que se ha ido tejiendo en cajas de ahorro, gobiernos autonómicos y muchos ayuntamientos que han especulado con el ladrillo, dando migajas al pueblo pero robando miles de millones de euros en operaciones urbanísticas de escándalo.
Parece que ya nadie se acuerda de Marbella, con el gran J. Antonio Roca a la cabeza como cabeza pensante y alcaldes y concejales como títeres, algunos de los cuales han acabado en la cárcel y otros no lo hicieron porque murieron antes. Un Roca al que después de que el ex alcalde Jesús Gil y su sucesor, Julián Muñoz, tiraran de la manta, quedó al descubierto y con él la trama de corrupción y enriquecimiento brutal, simbolizados en aquella vivienda repleta de mil y un caprichos.
En la cohorte de mamones del momento había de todos los pelajes, desde los propios alcaldes, que se lanzaban los trastos a la cabeza en programas de Telecinco, hasta los concejales de prácticamente todos los partidos, como aquella socialista rubia que fue el azote de Gil hasta que el poder la supo comprar con un buen soborno.
Y, sin embargo, lo que nos parece tan lejano en el tiempo y en el espacio se puede observar en muchos municipios donde ha habido playa y construcción salvaje, el caldo de cultivo perfecto para que aparezcan personajes siniestros y seductores como Roca, que son los verdaderos alcaldes del municipio y utilizan su inteligencia y la nula preparación de alcaldes y concejales, para hacerse con las riendas de un ayuntamiento y repartir las migajas del expolio de cientos de millones de euros que esconden en paraísos fiscales y a nombre de testaferros, sin olvidar de colocar a todos sus vástagos, que para algo se manipulan procesos de oposiciones con la ayuda de otros amigos corruptos.
Mientras estos personajes se enriquecen con alcaldes de izquierdas y derechas, alrededor de la figura van surgiendo esbirros y personajillos que se prostituyen por una plaza de funcionario o un carguito de mierda, vomitando en sueños palabras que desconocen despiertos como dignidad, ética u honradez.
Tiemblen ustedes cuando a un don nadie que se hace rico, se le comienza a llamar de usted. Del ‘don nadie’ al Don José Antonio, Roca por ejemplo. Y entre tanta pleitesía y favores en forma de empleo u otros negocios, van apareciendo esos perros que lo siguen hasta la cárcel si hace falta, por una lealtad demostrada a base de prostíbulos y orujos de hierbas, aunque las prostitutas que se encuentran en los burdeles tienen más dignidad que las que los rodean en el día a día. Porque no sólo Bill Clinton tuvo a su Monica Lewinsky. Chupapollas hay por doquier.
Si vergonzoso es que un ayuntamiento no lo gobierne el pueblo a través de sus representantes elegidos democráticamente, grotescas resultan las tertulias que realiza el seductor con su cohorte de aduladores, en las que se dedican a insultar y a reírse del alcalde y de los concejales, que no pintan nada, y utilizar un argumento de gran peso intelectual como la palabra ‘maricón’ -que es un orgullo y más cuando la pronuncia un mafioso impotente y le ríen las gracies quienes comen gracias a él- para referirse a quien intenta ejercer de periodista sin sucumbir a las presiones de todo tipo.
Pero recuerden una cosa. Por mala y lenta que sea en muchas ocasiones la Justicia, nadie que haya cometido un delito de forma reiterada puede dormir tranquilo. Porque en cualquier momento alguien comienza a estirar del hilo y aparece otra Marbella.
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