Una mujer asomada en la ventana de su vivienda durante el confinamiento por el Covid-19. EFE/Archivo Los avisos de una nueva prórroga del estado de alarma y el confinamiento multiplican los cuadros de ansiedad, depresión y pánico, según han constatado desde el servicio telefónico de atención psicológica de Xirivella (Valencia), que sigue la evolución diaria de medio centenar de personas y monitoriza el impacto emocional del confinamiento.
Al frente de este servicio telefónico de atención psicológica, activo desde el pasado 24 de marzo y que atiende de lunes a domingo, desde las 8 a las 20 horas, están las psicólogas Luisa Llorens y Miriam Pozuelo que, casi un mes después de su puesta en funcionamiento, son capaces de anticipar cuándo va a sobrevenir el siguiente repunte de llamadas.
“Suele coincidir con los primeros avisos de una nueva prórroga del estado de alarma y el confinamiento; el simple aviso de que la situación se va a alargar en el tiempo multiplica los cuadros de ansiedad, depresión o pánico”, asegura Luisa Llorens en un comunicado del Ayuntamiento.
El perfil más habitual del solicitante de asistencia psicológica es el de una mujer de avanzada edad, que vive sola o con su pareja y que echa de menos el contacto físico con el resto de la familia o el entorno social.
“El miedo a la soledad o a una muerte inesperada, junto con las preocupaciones y pensamientos sobre el futuro de hijos y nietos, suele ser la causa principal de consulta”, explica Miriam Pozuelo, que añade que les recomiendan “que vivan el día a día y que entiendan que la causa del estrés emocional que sufren está fuera de su control y es pasajera”.
Las profesionales del gabinete psicológico de Xirivella llevan a cabo un seguimiento periódico a más de 50 personas desde que empezó la crisis COVID-19.
“Nuestro compromiso de llamarles a diario les tranquiliza; tienen nuestro número de teléfono, saben que estamos disponibles y a menudo establecemos contacto por WhatsApp”, cuenta Luisa Llorens, que afirma que ante un cuadro de ansiedad o depresión valoran el historial psicológico o clínico de la persona y, si consideran que requiere asistencia urgente, remiten el caso al Centro de Salud o al 112 para que realicen una visita domiciliaria.
Pero más allá de las personas de edad avanzada hay otros perfiles de riesgo, porque el confinamiento acentúa la debilidad psicológica de las que seguían un tratamiento por su adicción a las drogas o el alcohol antes de decretarse el estado de alarma.
“Tras valorar algunos de esos casos les hemos remitido a la Unidad de Conductas Adictivas con la recomendación de expedirles un certificado que les permita salir de casa un rato, preferentemente en compañía”, asegura Miriam Pozuelo.
Otro perfil creciente de usuario de la atención psicológica es el del joven sin patologías previas y, según explica Llorens, aunque en un principio no tuvieron casos de este tipo, "con las semanas de confinamiento se nos están presentando cuadros de insomnio, ansiedad y trastornos obsesivos compulsivos en personas de corta edad”.
Para ambas profesionales la mejor receta es la esperanza y no perderse en el fatalismo de los informativos o las medias noticias que circulan por las redes sociales.
“Una de las reflexiones que mejor les sienta es cuando les decimos que la mayoría de sus problemas desaparecerán con el confinamiento y que el sol, tarde o temprano, volverá a salir", concluyen.
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