Teresa Ortiz. /EPDA Resulta curioso cómo se ha simplificado tanto el concepto del espectro político en solo tres posiciones, o cinco si se usa el término extremo en cada lado. Derecha, izquierda y centro suelen ser los términos simples utilizados para ubicar a todas las formaciones políticas de cada país, más allá de sus matices identificativos reales: conservadores, socialdemócratas, liberales, verdes, nacionalistas, etc.
Más curioso aún resulta que, en esa simplificación, muchas de las fuerzas políticas de derechas e izquierdas tomen como slogan o bandera llamarse también "de centro". Reclamar el centro es fácil, serlo no. A nivel de la política española llevamos años viendo cómo el PSOE se ha autoubicado en el "centro-izquierda" y el PP en el "centro-derecha". En ambos casos, poner la palabra centro en su autodenominación es como introducir una simbología de moderación de cara a la opinión pública para hacerles ganar un espacio electoral que fundacionalmente y de facto no les corresponde.
La realidad nos dice que esa moderación fingida, usando el término centro, no es tal. En el caso del PSOE, no tiene nada de centro gestar y convivir en un Gobierno de la nación con toda la fauna política nacionalista y populista que se ha empeñado año tras año en destruir España y el Estado de Derecho. Sánchez pudo haber tendido la mano a Ciudadanos para dar una mejor gobernabilidad a España y nunca lo hizo. Eso sí, tuvo la gran habilidad de hacer preponderar un relato en el cual Ciudadanos era la pieza que nunca encajó porque decía que nunca estuvo, lo que no es para nada cierto. Ciudadanos, por su parte, no tuvo la habilidad de dominar y explicar su verdadero papel en dicho relato en todos los meses que duró el periodo entre elecciones.
En el caso del PP, decir que con el gran conservador (en toda la acepción del término) Mariano Rajoy o con el gran radical Pablo Casado su partido era también de centro, es un claro ejemplo de oxímoron político. La misma figura literaria sería aplicable a la nueva era de Feijóo, autodenominado como "centrista de mayorías", cuando como mínimo, es un declarado nacionalista en Galicia. Se dice que un gallego nunca se sabe si sube o si baja. Toda generalización es mala, pero en el caso del "nuevo" PP de Feijóo igual un día se pone a aplaudir al PSOE con la cumbre de la OTAN, que otro día cierra filas con VOX en Castilla y León o en Madrid, dos lugares donde Mañueco y Ayuso demostraron querer estar antes con la ultra derecha que convivir con el verdadero centro moderado que representa Ciudadanos.
Hay muchos ejemplos de que PSOE y PP están mucho más alejados del centro de lo que dicen sus eslóganes. Recordemos la primera reforma laboral de Rajoy, la Ley Mordaza, el bloqueo continuo de órganos constitucionales en España, las puertas giratorias de miembros de ambas formaciones con las eléctricas y energéticas, las privatizaciones masivas de servicios públicos, los pactos con radicales por salvar sus sillones a costa de caminar junto a los extremos, los casos conjuntos de corrupción (Azud en València) y otro largo etcétera de situaciones que los convierten de facto en falsos partidos centristas.
Cuando un partido pone el término centro delante, yo le pido al electorado que antes de comprar tal acepción, de verdad comprueben si el comportamiento histórico y actual de estas formaciones simboliza ese centro con el que muchos españoles aún se sienten identificados y políticamente cómodos. Si tienen una sola duda, no compren gato por liebre.
Desde nuestra formación liberal, poniendo la libertad y el derecho de las personas por bandera, siempre nos ubicamos de manera cómoda en esa centralidad real que reclama el electorado. Nunca fue difícil en nuestro caso apelar a la moderación y a la utilidad de nuestras actuaciones políticas. Si algún día ustedes echaron en falta dicha utilidad les pedimos disculpas. Pero nunca dejamos de estar ahí, ofreciendo capacidad de diálogo y capacidad de neutralizar a los extremos, pues estábamos y estamos en ese centro. Si no, pregúntense por qué fuimos capaces en el Ayuntamiento de València de arrancar a Compromís y a PSPV un pacto presupuestario millonario para ayudar a la clase media y trabajadora valenciana. Igualmente, por qué fuimos capaces de poder apoyar los estados de alarma en el parlamento español, cuando PP y VOX hacían una oposición oscura y negacionista, a pesar de la crítica situación sanitaria, económica y social que vivían los españoles.
Por todo lo expuesto, apelo a que identifiquen la verdadera centralidad y si su manera de ver el mundo se ve reflejada en ella, vuelvan a confiar con nuestra formación liberal. Ese espacio político centrado y moderado que siempre hizo tanta falta a España está y sigue siendo nuestro. Sabemos que votar contra Sánchez en forma de voto de derecha o ultra derecha, en muchos casos es lo que está pidiendo el cuerpo, pero polarizar la sociedad no arregla las cosas. Somos un país dialogante y capaz de unirnos cuando hay verdaderos problemas, y ahora, en plena crisis de precios, energética y en los albores de una guerra a mayor escala, lo que menos hace falta es polarizar la sociedad y renegar del verdadero centro.
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