Eduardo del Pozo Querol./EPDA El bipartidismo, durante 40 años, ha persistido en la división social, en sus rojos y azules, en sus derechas e izquierdas, consiguiendo que a las urnas se concurriera "a piñón fijo" y sin que se castigara ni a los malos gobiernos ni a las numerosas corruptelas.
Ahora, la polarización se ha radicalizado por la derecha con VOX, a la que incluso algunos como Ayuso, "un verso suelto del PP", le hacen guiños. Y, por la izquierda, con Podemos, a la que Sánchez tiende la mano para gobernar aunque le quite el sueño. Lo malo es que, cuando se queda dormido, los nacionalistas se encargan de despertarlo, tirándole de una manta que ya tienen totalmente deshilada.
También nos debería hacer pensar cómo una sociedad polarizada como la nuestra pasa página con rapidez ante los gravísimos errores políticos y corruptelas que, en la memoria de nuestra hemeroteca, tenemos del PP y PSOE y del exiguo castigo que por ello reciben en las urnas. Sin embargo, por cualquier desliz, a otro partido sus medios afines siempre "bien engrasados" se encargan de condenarlo a la inmundicia y "a galeras", que luego una mayoría sigue sin pestañear en las urnas. Una vara de medir que nuestro raciocinio nos dice que está encasillada y encallada. Debemos tener memoria y analizar lo visto en cada legislatura en las urnas, porque, después, ya no sirven quejas y tenemos lo que votamos.
Ante este desaguisado político, encontramos a un hombre enjuto, curtido en defensa del Estado y del interés general como abogado, firme en sus convicciones y en la defensa de la legalidad, que tuvo que dimitir como abogado del Estado por no comulgar "con ruedas de molino". Sí, estoy hablando de Edmundo Bal, el candidato de Ciudadanos, que lleva a la política su liberalismo centrado y que es la tabla de salvación para la radicalización de la política en Madrid.
El día 4 de mayo, los madrileños tienen importantes reflexiones ante las urnas. Sabiendo que los polos se repelen, ¿a dónde nos llevan la polarización y la crispación?
Que el frentismo político tensiona las relaciones sociales. Que Ayuso no marca, ni marcará, distancias con VOX. Que no es cuestión de izquierdas y derechas, que se trata de respeto, de convivencia, de aproximar, de buscar puntos de encuentro. Que la premisa en política debe ser entenderse dentro de las diferencias. Que hay que evitar que vuelen el puente del centro que trata de comunicar las dos orillas en discordia.
Que, por todo eso, y por su programa electoral, que incorpora a los 10.000 sanitarios que reforzaron durante la pandemia al sistema de salud, por los 1.000 millones de euros destinados a ayudas directas a las familias, autónomos y PYMES, por la reducción del IVA del deporte, por la deducción en el IRPF de un 7,5 por ciento por adquisición de la vivienda habitual, por la deducción de hasta un 10 por ciento en seguros sanitarios privados, por asegurar la libertad de elección de las familias en la educación de sus hijos, por su oposición a la Ley Celaá, por aumentar la regeneración democrática dando protección a los que denuncien casos de corrupción, y, por su coherencia política, el centro liberal que representa Edmundo Bal es más necesario hoy que nunca en el Gobierno de Madrid.
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