Juanvi Pérez. EPDA La historia militar nos ha dejado páginas épicas con esta maquina
de guerra empleada para batir puertas o murallas, o en el mar para embestir a
otras naves. Introducido por los señores de la guerra asirios, Pericles lo
modernizó para sus campañas helénicas y Aníbal probó sus bondades contra las
murallas de Saguntum. Metafóricamente se ha venido utilizando ariete a la hora
de referirse a un elemento con el que percutir contra algo físico, incluso el
deporte ha hecho míticos a grandes jugadores que eran capaces de romper las
defensas para alcanzar la gloria llevando el balón al arco contrario. Máquinas
ofensivas que ayudan al asalto de cualquier dificultad construida bien a base
de materiales consistentes, o bien contra una idea establecida o gestión
desarrollada que haya que desbancar.
Por ello es importante la estrategia deL PPCV tras la salida
de Isabel Bonig, al percatarse de que Génova optaba ya, así lo veníamos
advirtiendo muchos, por otra opción para liderar la reconquista de la
Generalitat. Aunque el 4M no es extrapolable a estas tierras levantinas, los
Populares buscan recuperar esa esencia perdida tras la debacle electoral de
2015. Seis años del Botánic que han consolidado a Ximo Puig como líder
indiscutible de una alianza que en su debilidad e inconsistencia forja su
fortaleza. El President lo sabe. Las tendencias demoscópicas así lo confirman y
la debilidad del flanco nacional-populista, su izquierda más radical (léase Compromís
y Podemos) es una oportunidad que la war -room de la calle Caballeros no va a
desperdiciar. En medio, el 40º Congreso Federal del PSOE en su principal bastión
político-institucional, y la posterior convocatoria del congreso autonómico, en
el que esperamos que los arietes sanchistas no comprometan un liderazgo que
Sanchez necesita ante el empuje de los populares.
El Congreso Popular abre nuevos escenarios y los posibles
dos candidatos a estas horas están fuera del Palacio de los Borgia, sede de las
Cortes Valencianas. De ahí la importancia de desarrollar una acertada planificación
que permita recuperar el pulso electoral en un territorio estratégico para
acceder a la Moncloa. La España periférica, que existir existe, necesita una
lectura diferenciada de la visión centralista para los populares. Las lecturas
post-electorales de Galicia, País Vasco y Cataluña son esclarecedoras. Zaplana
lo vio enseguida y Camps lo consolidó, haciendo de este proyecto un ariete
electoral demoledor. Ese espíritu regionalista/autonomista que supo aglutinar a
todo el espectro político valenciano del centro-derecha y al propio
valencianismo político, que vieron en esa fuerza y liderazgo, el proyecto que
esta tierra necesitaba para reivindicar un papel protagonista por méritos
propios.
Perdidos en dolorosas cuitas internas y sobrepasados por la
estrategia del Tinell que marcó al PPCV como epicentro de todas las
corrupciones, durante más de diez años solo la solidez de un proyecto bien
armado y la resiliencia de una militancia heroica han impedido su desaparición.
Queriendo ser más papistas que el Papa, se tomaron dolorosas decisiones que han
lastrado nuestra credibilidad ante nuestros militantes y los votantes que
depositaban la confianza de forma abrumadora en este proyecto. Genova ha ido tutelando
este vía crucis, conscientes de lo que se juegan. Los Congresos provinciales de
Alicante, Valencia y ahora el de Castellón han establecido una cabeza de puente
para su estrategia. Alicante consolidado y Castellón sin problemas, queda
Valencia con una dirección provincial que intenta coser unas costuras complejas
en una estructura desarbolada y reticente a las imposiciones de Madrid, sin una
buena estrategia de comunicación previa. Siempre lo he dicho y espero que sepamos
corregirlo, por el bien de todos.
No valen ahora paños calientes. Como bien decía el eslogan
de aquel programa de gobierno del PPCV en
1991, necesitamos “un nuevo impulso” para volver a ser ese referente necesario para
una sociedad secuestrada por el nuevo totalitarismo ideológico y que necesita
volver a la certidumbre y seguridad de las políticas Populares. Con la Nueva
Política en franca descomposición, este Congreso debe ser capaz de recuperar
esa triple corona levantina. Desde nuestra irrenunciable vocación autonomista,
hemos de apuntalar ese valencianismo político y armonizarlo en una sociedad
cosmopolita como la nuestra, desde Vinarós a Pilar de la Horadada, desde el
cabo de la Nao, hasta la Cruz de los Tres Reinos.
Liberales, humanistas y regionalistas están llamados a
liderar de nuevo esta tierra. Pero solo con interlocuciones válidas que no distorsionen una realidad que no se
alcanza a ver desde la 7ª planta de Génova. Por eso es tan importante acertar
ahora, porque Puig no nos dará una segunda oportunidad. Consciente de que el
Sanchismo es un lastre para el todavía socialdemócrata PSPV, su calculadora electoral
hecha humo ante la posibilidad de perder la iniciativa. El doble ariete debe
funcionar. Una Presidencia con un marcado perfil institucional y una Secretaria
General táctica (de alto valor por su papel en les Corts), con una
vicesecretaria de organización potente a las riendas del partido. A la vieja usanza.
Como el Partido Popular de siempre, ese que huía de la etiquetas y se centraba
en las personas, porque todas sumaban.
Otra oportunidad para revitalizar a unas bases que miran con
nostalgia lo sucedido en Madrid, y que necesitan más que nunca un mensaje como
el que nuestro Presidente nos trasladó tras el 4M. “A los que dudan, les pido
que confíen.A los que se marcharon, que vuelvan. A los que han venido, que se
queden. A todos les garantizo que no se van arrepentir . Somos la garantía de
futuro de nuestro país. El presente de España pasa una vez más por el PP”.
Altura de miras y sentido de Estado. Hemos sido todo un referente y debemos
volver a serlo, porque a esta tierra siempre le ha ido bien con el Partido
Popular. Pongámonos en marcha.
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